Hagan sus apuestas. Piensa en un número grande. Ese no, uno más grande. Pues bien, probablemente te habrás quedado muy por debajo.
"Te daría un beso por cada estrella del firmamento." Muchos en un arrebato de romanticismo hemos soltado en algún momento de nuestra vida esta empalagosa frase como prueba de nuestro amor incondicional por otra persona, que nos lleva a querer colmarla prolijamente de besos. ¿Pero hemos pensado realmente lo que hemos dicho? ¿Sería bueno o malo para nosotros y para la persona amada?
Ante todo hemos de distinguir entre las estrellas que podemos ver en el firmamento y las que realmente existen. La visibilidad de las estrellas varía según las condiciones de observación que nos afecten. De hecho durante el día solo podemos ver una estrella en el cielo, nuestro Sol, que con su fulgor hace invisibles al resto, pero que siguen estando invariablemente en su sitio, a pesar de no ser visibles.
Pero a nadie se le ocurriría observar las estrellas de día, es de noche cuando nuestra inspiración romántica nos hace comparar nuestros potenciales besos con las luces que cuelgan del cielo. Pues bien, también de en horario nocturno el grado de contaminación lumínica que nos envuelva es lo que va a hacer visibles mayor o menor número de estrellas. De hecho este es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los telescopios terrestres, lo que hace que los observatorios se ubiquen en regiones alejadas de cualquier fuente de luz artificial como ciudades u otros asentamientos humanos, en emplazamientos con baja contaminación lumínica. Aunque a decir verdad son las condiciones atmosféricas que se den en el momento de la observación las que más pueden fastidiarnos nuestro conteo de nocturno, con tiempo nublado, polución atmosférica o niebla es imposible distinguir astro alguno y nuestras aspiraciones románticas se podían quedar en nada. Telescopios espaciales como el famoso Hubble salvan esta limitación ubicándose fuera de la atmósfera, evitando así lo que se conoce por aberración óptica, o distorsión de la luz provocada por la capa gaseosa que envuelve a nuestro planeta. Un tercer factor importante para percibir cualquier cuerpo celeste es su magnitud visual aparente, es decir el brillo que presenta a simple vista, clasificándose según esta escala como estrellas de primera magnitud (las más brillantes) hasta las de sexta magnitud (las más débiles que se pueden percibir a ojo desnudo). En casos de otros objetos más brillantes que las estrellas se aplica una magnitud negativa, así la Luna tiene una magnitud aparente de -12,6 y el Sol de -26,7. Sirio la estrella más brillante posee una magnitud de -1,44 a -1,46.
Pero vayamos al meollo.Se estima que sin ayuda de ningún instrumento óptico se pueden distinguir cerca de 6000 estrellas en total, aunque de forma simultánea en noches obscuras y sin apenas contaminación lumínica se aprecian solamente 2000. También hay que advertir que no cualquier punto de luz que brille en el espacio es una estrella. De hecho los planetas del sistema solar tienen la apariencia de estrellas, algunas muy brillantes como Venus, y otros puntos centelleantes son en realidad satélites artificiales o la mismísima Estación Espacial Internacional, fácilmente visible desde la tierra ya que de hecho es el tercer objeto más brillante del firmamento después del Sol o la Luna.
Pero anteriormente hemos utilizado a propósito el verbo 'distinguir', pues muchos de los puntos aislados del cielo no son estrellas simples, sino sistemas dobles o binarios, esto es una pareja de estrellas que se encuentran muy juntas, solo observables de forma individual mediante el uso de instrumentos ópticos. Pero el error más grande que se puede cometer con otros puntos que percibimos como solitarios a simple vista es que se traten en realidad galaxias, o nebulosas que contienen millones de estrellas. En concreto una galaxia como la nuestra, la Vía Láctea agrupa entre 100.000.000.000 y 200.000.000.000 estrellas (de cien a doscientos mil millones de estrellas)
Si este número te ha parecido grande, piensa que nuestra galaxia es una entre las 100.000.000.000 (cien mil millones) de galaxias que se estima existen en el universo observable, por lo que en total , según cálculos basados en muestreos y extrapolaciones como el de Kornreich se obtiene así una cifra de 100.000.000.000.000.000.000.000 estrellas. (Cien mil trillones) o de forma más concisa 10 elevado a 22. Existen actualmente, bien es cierto, otras estimaciones más abultadas, pero por el momento nos quedaremos con esta para nuestro cálculo de besos.
Si a nuestro amor le pudiésemos dar un beso por segundo, y quisiésemos darle uno por cada estrella del universo, tardaríamos 'solo' unos 317.000.000.000 años (trecientos diecisiete mil millones de años) o sea más de 24 veces la edad actual del universo. Quizás y después de tanto tiempo transcurrido nuestra pareja ya no nos pareciese tan atractiva....
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