
Y, al terminar el sermón sobre el bien vestir, la tía Emma paseó su mirada por todas nosotras y tomó un sorbo de thé. Ninguna de las sobrinas contestamos; ni siquiera podíamos verla a la cara. "Espero que sea la última vez que las veo de esa manera; toda señorita decente sabe comportarse, aún en una reunión informal cómo ésta." "Eh, ¿Tía Emma?" dijo Naty, "No sé por dónde empezar..." "Da tu palabra de que no volverá a suceder, jovencita". " ¡No! espera... lo que quiero decir es que te invitamos aquí sólo un rato..." "Pues has de saber, impertinente muchachita, que he estado en esta casa casi siempre, desde que tu madre gateaba" . Yo dije sin pensar "¡Oh! Éso explica muchas cosas." "¿Qué quieres decir, Bere?" Mi tía alzaba más la voz. Maryfer, quien más resintió la palabrería de la tía por sus piercings, se levantó y dijo "¡Ésta es una sesión espiritista, y tú eres la difunta que invocamos! ¡Moriste hace 42 años!". Tía Emma tomó otro sorbo de thé. " ¡Oh! " dijo, "Éso explica muchas cosas."