El anciano mago vió horrorizado el exterior y regresó a la habitación donde se encontraba su aprendiz. - ¡Insensato! ¡Te has equivocado con ese maldito hechizo! - ¡De ninguna manera, Maestro! ¡Mire! ¡Aquí está mi prometida vuelta de la Muerte! Pero tanto la adolescente, como el viejo miraban a una figura en el fondo: La Muerte. - Le dije que no lo hiciera, pero miren el caso que me hizo... - Imbécil - dijo el furioso anciano - No sólo has devuelto a la plenitud de la vida a esta chica, sino a toda forma de vida que ha existido en este mundo... - No exagere, maestro, ¿qué es lo peor que puede...? Pero el maestro ya había caído muerto, inundado por todos los microorganismos que lo habían enfermado en su centenaria vida. Éso fue instantes previos a que los bacilos de la Peste Negra entraran a los cuerpos de los jóvenes... y a que tres enormes batracios carnívoros, anteriores a los dinosaurios irrumpieran en la construcción. - ¡Vaya! - se dijo la Muerte - Voy a necesitar trabajar con todo el equipo horas extra...