Guillermo vio algo a través de su nuevo telescopio, y Susana también de forma simultánea, la cara de su marido, a la par que astrónomo aficionado, totalmente trastornada, así como su mirada, su cuerpo, pero sobre todo su voz.
— ¿Qué viste?
— Hay que verlo con los propios ojos de cada uno…
— No veré nada, porque ya lo he visto todo en tus palabras.
En efecto, el gigantesco y apocalíptico asteroide en ruta directa hacia la Tierra que vio Guillermo a través de su modesto telescopio casero también lo vio Susana en la aterradora expresión de su jadeante tono de voz.