Relato :'Reptilia'
- Nadia J. Soto Olguín
- 26 oct 2017
- 2 Min. de lectura

Hace miles de años mi gente se ha esforzado en ocultarse y hacerse a un lado, viviendo entre las sombras y observando. Yo he hecho lo mismo, pero llevo años estudiando y conviviendo con seres humanos, por lo que he llegado a una espantosa conclusión: A pesar de compartir un ancestro en común, existe un abismo entre ambas especies, “ustedes y nosotros”. Ustedes son seres frágiles que tienden a quedar marcados en cualquier etapa de su vida, lo cual tiene cierto impacto negativo en otros humanos; sin embargo, nosotros tenemos una población muy escasa, por eso nos protegemos y tenemos cuidado en evitar sufrimiento innecesario en nuestra gente. ¿Y saben algo? Podemos imitar su apariencia humana, pero al remover ese disfraz somos prácticamente iguales y no tenemos criterios para clasificarnos de acuerdo a nuestra apariencia, pero ustedes insisten en diferenciarse en “razas”, principalmente por el color de su piel y su región de origen, derivando en una eterna rivalidad y segregación humana. Además, he notado que existe un comportamiento hostil entre ustedes debido al sexo biológico, pues insisten en resaltar las supuestas “diferencias” físicas o conductuales, minimizando al género que posee la capacidad de perpetuar su especie; esto no sucede en nuestra especie, supongo que la escasa diferenciación entre machos y hembras es la responsable de esto, no lo sé. Por otro lado, su necesidad de creer en un ser superior para protegerlos y guiarlos los ha orillado a crear diversas religiones, cada una peor que la anterior, pues en lugar de favorecer su “crecimiento espiritual” derivan en fanatismo, odio, discriminación y derramamiento de sangre; nosotros compartimos el amor que tienen por un dios, pero en nuestro caso tiene múltiples rostros. Pero algo que compartimos con ustedes es que la conducta de apareamiento no se restringe a seres de sexos opuestos, no obstante, sus religiones e ideologías políticas prefieren condenar esta idea, lo que restringe la libertad de gran parte de su población mundial. Por último, me lastima la horrible imagen que ustedes tienen de nosotros, pues de alguna forma se las arreglaron para saber de nuestra existencia y formar mitos alrededor de ella: no nos comunicamos telepáticamente, ni vivimos en el centro de la tierra o comemos gatos, nada de eso; únicamente compartimos mayor similitud con otra clase de animales, “Reptilia”, porque es la ruta que la evolución nos ofreció. Nosotros mismos ya adoptamos un nombre parecido, y sí, ustedes lo popularizaron. “Reptilianos”. Vaya, al parecer escribí algo que nadie leerá, dirigirme a mis “semejantes” sin la esperanza de recibir su opinión es bastante deprimente. En fin, podría ser lo mejor, sé perfectamente cómo reaccionan los humanos ante algo que no conocen o no entienden. Seguiré conviviendo con ustedes, en silencio…
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