Me asomé, tembloroso. Levanté el borde crujiente con una mano. Me agazapé. Allí fuera había mucha luz. Pero... muy diferente. Vislumbré un tipo enorme, con un artilugio de aspecto terrible en su mano. Casi logró descubrirme, y en su arrogante rostro, creí percibir un atisbo de sorpresa. Me escondí a toda velocidad. No quise que aquel artefacto que goteaba algo oscuro, pudiera acercarse a mi pálida piel. No podía permitir que mi creador descubriera que su criatura sabía de su existencia.