El desarrollo cómico de Gimli en El señor de los anillos
- Juan Carlos Merino
- 17 ene 2019
- 2 Min. de lectura
"Ninguna de las películas del señor de los anillos, cuestión de gustos aparte, necesita de una figura cómica. En todo caso, son los hobbits quienes aportan esa parte más desahogada"

Son muchos los ejemplos en los que verdaderamente se llega a abusar del humor fácil en una película, humor que, para el que escribe, acaba por ser contraproducente para la obra final. En ese sentido, me gustaría llamar la atención sobre lo que ocurre con el personaje de Gimli, interpretado por el actor John Rhys Davies, en la adaptación que el director neozelandés Peter Jackson realizó de El Señor de los anillos.
Analizados los tres filmes en su conjunto, podemos decir que se trata de una obra coral con una fuerte carga de escenas bélicas, su parte de drama y donde hay muerte, sufrimiento y tristeza. Que estemos hablando de una película fantástica, que incluye también dosis de alegría y felicidad, no anula ninguno de estos hechos. Entre todo este maremágnum de heroísmo, lucha y épica, nos encontramos a Gimli, un bravo y aguerrido enano que forma parte de la denominada comunidad del anillo. Aparece por primera vez cuando se nos muestra su llegada a Rivendel, aunque en realidad, no será hasta poco después, que podremos verle interactuar con el resto de personajes durante la celebración del concilio de Elrond. Su papel en esta primera entrega de la trilogía se puede definir como bien digno, mención aparte para la secuencia de las Minas de Moria. Sin embargo, ya podemos intuir el futuro que le espera cuando, internándose en el bosque de Lorien, protagoniza una acción poco acertada, en la que, mientras se jacta de la agudeza de sus sentidos, el grupo es sorprendido por los habitantes de ese lugar.
Y llegamos a Las dos torres. Será a partir de aquí y en la subsiguiente secuela, El retorno del rey, donde se acentuará su faceta hilarante. Pronto, nos lo encontramos hablando sobre la apariencia de las féminas pertenecientes a su raza, cayendo de manera ridícula de un caballo, llamando a Gandalf gruñón o faltando el respeto de forma infantil a los árboles de Fangorn.
Gimli es un guerrero, una criatura que pertenece a una raza con un trasfondo complicado y de carácter igual de complicado, aunque quizás en este asunto, no se profundiza demasiado durante la trilogía. Sin duda alguna, al dotarle de esa faceta cómica, se pierde la oportunidad de acentuar su relación con el resto de los personajes, en especial Legolas y Aragorn, de una manera más profunda, así como de otorgar a sus acciones más seriedad y espectacularidad.
Y sin ir más lejos, haré, a modo de similitud y salvando las distancias, una referencia a la adaptación de la misma obra de Tolkien realizada por Ralph Bakshi en 1978. En esta producción, desde luego, Gimli, de cómico no tiene nada.
En definitiva, ninguna de las películas del señor de los anillos, cuestión de gustos aparte, necesita de una figura cómica. En todo caso, son los hobbits quienes aportan esa parte más desahogada que, en algunos momentos, puede requerir la producción.
Yo, desde luego, prefiero recordar a Gimli, hijo de Gloin, subido sobre la tumba de Balín diciendo “¡Aún queda un enano con vida en Moria!” que recordarle lanzándose un eructo frente al rey Theoden.
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