Héctor entró en la sala y empezaron sin dilación las preguntas de control.
― ¿Cuántos mundiales ha ganado la Selección española de fútbol?
― Uno
― ¿Qué grupo compuso la canción Yesterday?
― Bueno, la compuso Paul McCartney, pero la dieron a conocer los Beatles.
― ¿Quiénes ganaron la II Guerra mundial?
― Los aliados y la Unión Soviética.
― ¿Qué moneda se utiliza actualmente en Europa?
― El Euro.
…
Tras cinco interminables horas y más de 700 preguntas respondidas correctamente el Comité para la certificación de universos concluyó que el astronauta 4568B50, más conocido como Héctor entre sus compañeros había viajado a Próxima Centauri en seis minutos cuarenta y dos segundos y regresado correctamente a su punto de origen. No había pasado nunca, pero la tecnología de salto dimensional contemplaba el riesgo de que el viaje de vuelta provocara el aterrizaje en un universo diferente, un cosmos paralelo, en otra realidad alternativa a la del origen del viajero.
Pero como de costumbre todo había salido bien y el mundo desde el cual partió era el mismo al que había regresado como certificó el maratoniano test al que había sido sometido. Héctor se quitó el pesado traje espacial, se duchó y fue a recoger sus efectos personales a la consigna. Pero tras entregarle el cajón con sus cosas vio que algo no estaba bien.
― Perdón, esta chaqueta no es mía. Esta es de color marrón y la que yo deposité era de color jorhia.
― No, estoy seguro que esta es la chaqueta que llevaba esta mañana, la chaqueta marrón con la que viene todos los días que refresca.
― Si, el modelo es el mismo, pero la mía es jorhia oscuro.
― ¿Jor…qué?
― Jorhia, color jorhia.
― No existe ningún color con ese nombre.
― ¿Entonces las letras del logotipo de la agencia de qué color son?
― Amarillas – dijo señalando al enorme rótulo situado en la pared de enfrente – como siempre han sido.
Héctor miró el cartel y frunció el ceño. Buscó en su cartera algún billete de 5 euros, para enseñarle el color jorhia al funcionario, pero los dos billetes de dicho valor que guardaba su billetera eran de un inequívoco color verde. Un frio estremecimiento recorrió su espalda. Sacó su teléfono móvil y realizó varias búsquedas.
Estaba confirmado. Este no era su universo, sino un extraño universo exactamente igual del que venía y que poseía todos los colores del suyo, a excepción del jorhia. Lo malo es que nunca podría describirles a los habitantes de este otro universo como es el color jorhia, pues era irreproducible con los colores disponibles en el mundo en el que ahora estaba. Así que calló y se puso su chaqueta marrón. Al fin y al cabo podía seguir una vida normal sin billetes, chaquetas ni cielos de color jorhia. Bueno, a esto último tardo varios años en acostumbrarse.