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Un vegano en el Mc Donald: confesiones de un infiltrado.


Soy vegano y trabajé en el Mc Donald. Evidentemente nadie de allí supo de mi condición durante mis años de servicio. Es más, la razón de infiltrarme en esta organización de forma discreta era esperar el momento adecuado para realizar una acción a lo grande que diera visibilidad a nuestra causa.

Por ello trabajaba, vivía e incluso comía (esto era lo más duro) con toda normalidad como lo hacían el resto de mis compañeros, pasar desapercibido era fundamental para mi plan.

Mi inmediato superior, llamémosle Luis (nombre ficticio) era mi peor pesadilla. Un tipo exigente con el servicio y que nos hacía formar en fila antes de cada jornada para sermonearnos a veces sobre temas sin importancia con el único objeto de reafirmar su autoridad.

La gente que disfruta vistando el Mc Donald no sabe que detrás de los amables jóvenes que atienden al público y sonríen a los niños hay muchos más operarios lejos de las zonas donde transitan los usuarios y se exponen vistosos carteles. La nave en la que trabajábamos los más de 200 compañeros estaba como es habitual hoy en día totalmente automatizada, pero a pesar de ello ciertos trabajos requerían la intervención manual, en la que sangre y vísceras acababan por impregnarte todo el uniforme, lo que independientemente de ser o no vegano es un auténtico suplicio para cualquier ser con un mínimo de inteligencia. Y yo estaba precisamente en ese odioso puesto de trabajo, pero que era clave para ejecutar mi plan secreto.

Pero aguanté, mi causa lo valía, y el plan de sabotaje a lo grande que planeé también. Debo adelantar al lector que no lo pude completar porque sufrí la traición un compañero no vegano al que creía fiel, con la suerte de escapar por los pelos de las garras de la policía. Pero lo intentaré otra vez, pues modestamente mi plan lo considero genial aunque laborioso.

 

El alto comisionado de la flota espacial Terrestre escuchaba totalmente atónito al capitán del crucero estelar Mc Donald. Como era costumbre la flota espacial bautizaba a sus cruceros de batalla con los nombres de los capitanes que dieron su vida en la anterior guerra contra los alienígenas procedentes de la estrella Vega, en la constelación de Lyra, los ‘veganos’ como los llamábamos los terrestres, y sin duda los capitanes Tom Mc Donald y Miguel Vera merecieron el honor de dar nombre a los más grandes y modernos cruceros de la flota.

– Un vegano en el Mc Donald. Como lo oye.

– ¿Me dice que un vegano ha estado conviviendo años entre el personal del crucero sin que se apercibieran de ello? – Preguntó con inquietud el comisionado.

– Efectivamente. Gracias a una exopiel artificial y a un sintetizador de voz humana implantado en su órgano fonador el vegano ha estado viviendo discretamente entre nosotros. Es más, gracias a su puesto de soldado de asalto tuvo acceso a nuestras armas. Ya sabe que esta nave está totalmente automatizada para el combate, pero en los asaltos a naves abordadas es el equipo el que tiene que intervenir. Regresaba a la nave manchado de sangre, como los demás sin levantar la más mínima sospecha.

– ¿Y cómo convivía con nosotros si los habitantes de Vega-5, los veganos, solo comen cerebros y masas encefálicas de otros seres y especies y nosotros hace siglos que somos vegetarianos?

– Comía poco ciertamente. Supongo que la comida vegetariana para un vegano será una auténtica asquerosidad, como lo sería comer para nosotros cerebros crudos de otros seres, pero lo hacía. Incautamos en su camarote no obstante un pequeño aparato vegano que era capaz cultivar células encefálicas de forma artificial, por lo que suponemos complementaba su alimentación con lo que fabricaba en su aposento.

– ¿Y cómo lo pudieron detectar?

– Resulta que el servicio secreto infiltró en el crucero Mc Donald a un agente humano con una exopiel de casiopeo. Los casiopeos como bien se sabe son de las pocas especies no atacadas por los veganos, dado que no poseen una masa cerebral como tal sino que su sistema neuronal es líquido y fluye junto con su sistema sanguíneo. Al final el vegano forjó una buena amistad con él, dado que era la única relación sincera que podía establecer, al único que no veía como comida, revelándole sus secretos planes y así la policía militar lo pudo perseguir, aunque finalmente escapó. Pero lo importante ha sido que conseguimos abortar su plan.

– Pues fue una suerte contar con dicho agente.

– Sí. El vegano lo tenía todo planeado. Cada 5 años el Mc Donald regresa a la Tierra para una revisión general. Aprovechamos dicha parada para invitar a la población a visitar la nave, y montamos una zona de visita con llamativos carteles y jóvenes voluntarios que atienden a los visitantes y sonríen a los niños, por lo que la afluencia de público civil es multitudinaria. También como en cada revisión el motor de túnel de gusano es sacado de su confinamiento magnético. En ese instante el vegano descargaría su arma sobre el cristal de cuarzo central provocando no solo una explosión que inutilizaría todo el crucero, sino que se hubiese creado una enorme brecha espaciotemporal por la que los hambrientos veganos podrían haber llegado hasta el corazón del Mc Donald y haber capturado a miles de visitantes, que hubiesen sido llevados a Vega-5 y servido luego como alimento de esta abyecta raza. Y lo peor de todo que para ellos devorar cerebros especialmente humanos es una causa de la que hacen bandera. Quieren visibilizar a toda costa entre las demás especies cefalofágas a los humanos como una raza a devorar hasta la extinción.

– Hemos tenido suerte, sin duda. Y pensar que en el siglo XXI ‘vegano’ significaba todo lo contrario a lo que hacen estos seres y que gracias al veganismo nuestra civilización dejo de comer animales y por tanto desarrollarse hasta convertirse en una potencia espacial…toda una paradoja.


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