El escritor Daniel Portillo nos ofrece un original relato que os dejamos para que lo disfrutéis esta semana...

“Una historia corta es algo completamente diferente: una historia corta es como un beso rápido de un extraño en la oscuridad.” Stephen King
Michael se despertó con una sensación distinta a la habitual. Presentía que no iba a ser un sábado cualquiera. Tal vez la invitación para asistir al preestreno de la última adaptación de Stephen King podría ser la fuente de inspiración que esperaba ansioso por volver a escribir. Se lavó la cara sin apenas percatarse de su propio rostro frente al espejo, y preparó café. Buscó su cuaderno de tapas desgastadas y hojas en blanco. Lo cierto es que Michael ni siquiera aspiraba ya a conseguir hilar algunas frases. Tan sólo se conformaba con apuntar alguna idea; algo que le ofreciera un poco de esperanza para continuar.
Pasaron muchas tazas de café y aceptó que seguía engranado en aquel círculo perfecto e inexpugnable de vacío, mediocridad y silencio.
Un olvidado teatro a las afueras de Providence fue habilitado para la ocasión. Michael no conocía aquel lugar. Llegó con tiempo, paseando desde casa.
-Michael White ¿verdad ?
-Sí – contestó algo confuso por el recibimiento.
– Acompáñeme. Tiene un palco reservado. – Subieron las escaleras y el acomodador corrió unas densas cortinas de terciopelo burdeos que escondían un pequeño y privilegiado palco con dos grandes butacas.
Pronto la banda sonora y la fotografía le transportaron a aquel universo de Stephen King que tanto envidiaba. No opuso resistencia. Se dejó llevar más como espectador que como crítico.
La película estaba terminando, y Michael notó algo que le hizo estremecerse y girarse de golpe para comprobar que las cortinas se abrían de nuevo. Un hombre mayor, de gran estatura, gafas al aire y sombrero Panamá se sentó a su lado. Se saludaron mientras el desconocido se sentaba junto a él.
– ¿No me reconoces? – Michael giró el cuello y le miró intrigado.
– ¿Stephen? Eres Stephen King.
– Eso es. Y tu eres Michael; pero por poco tiempo.
– ¿Cómo?
– Vas a necesitar un nombre a la altura de tu éxito. – Stephen le susurraba al oído, cada vez más cerca. Michael podía sentir la humedad de su aliento, y no le molestaba en absoluto. – Vas a ser mi sucesor. Yo tampoco tenía talento, pero sí tantas ganas como tú.
– !Sí! – Los susurros de Stephen fueron llevando a Michael a un abandono muy placentero. Se sentía tan bien, tan libre, tan ajeno y a la vez tan completo ,...
Michael notó cómo la lengua de Stephen le empezó a acariciar su oreja e iba avanzando sinuosamente hacia su interior. Se dejó hacer. Un placer enorme le invadió la cabeza. Era como si aquella lengua lamiera todas sus neuronas a la vez en un éxtasis inaguantable e interminable.
Un gran aplauso y los títulos de crédito aparecieron, a la vez que Stephen tomó distancia con Michael. Micrófono en mano, el presentador del evento salió a escena:
– Señoras y señores, con nosotros y por sorpresa, el genio irrepetible de... Stephen King!
Un potente foco iluminó el palco, y Stephen y Michael se levantaron al unísono: sonrientes; satisfechos; cómplices.
Podéis visitar la web del autor para conocer su interesante trabajo:www.danielportillonovela.com