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Alfonso Aguirre Baeza

Dos caras (Relato)


El grupo de acusados tras llegar al borde de la zona roja esperó la orden final, se miraron unos a otros aunque no podían verse las caras, pues a todos en el lugar de ejecución, les habían obligado a ponerse una especie de traje espacial con pequeñas viseras de color oscuro, las cuales permitían ver el exterior pero no dentro de ellas.

Todos los allí presentes tenían la cara cubierta por una horrible máscara de hierro, obligatoria para presenciar toda ejecución.

Una potente voz se oyó por megafonía.

¡Bien, será nuestro invitado procedente del mundo exterior el que dé la orden final, pues él nos advirtió del peligro que se cernía sobre nosotros!

¡El decidirá la suerte de los acusados, si deben vivir o morir!, bien, ¿Cuál es tu decisión?

El susodicho invitado tras ponerse de pie, levantó su brazo derecho y sin dilación puso su dedo pulgar hacia abajo.

El grupo de presos ya resignados a su suerte, se adentró en la zona roja obligados con violencia por los guardias armados.

Una especie de sirena empezó a sonar cada vez más fuerte advirtiendo del peligro para el grupo, de pronto la sirena cesó, la zona roja desapareció para tras unos segundos volver a aparecer, pero ya sin el grupo sobre ella, provocando los aplausos y gritos de alegría de la gran parte de la multitud allí presente.

El invitado con gesto de profundo desprecio y odio reflejado en su rostro concluyó:

¡Habéis actuado correctamente, el virus mortal ha sido eliminado de aquí y recordad, todo humano que pise vuestro territorio debe de ser eliminado sin piedad, sin miramientos, humillado y destruido, eliminado de la faz del universo!

Tras el acto de ejecución, poco a poco los espectadores allí presentes fueron abandonando el lugar, salvo algunos guardias encargados de vigilar la entrada a la terrible zona roja.

Lique se sentía satisfecho, con la muerte de los humanos había eliminado cualquier posibilidad de ser delatado, lo que no sabía es la suerte que habían corrido los dos pilotos supervivientes que les trajeron aquí, pero eso no le preocupaba, había adquirido poder en el poblado y ahora se reuniría con sus hombres para sometiendo a los rojos a sus fines, continuar con su afán de conquista.

Pasaba el tiempo y sus hombres no aparecían, entonces muy enfadado pidió:

¿Dónde están mis hombres?, ¡sin duda han hecho algo y los tenéis encerrados, Exijo su liberación inmediata!

¡Lique cálmate, te aseguro que tus hombres no están encerrados, están libres y explorando la mina, como ellos solicitaron, esta es bastante grande, pues tiene varios niveles, luego si quieres nos reunimos allí con ellos, los verás pronto, pero antes quiero enseñarte una cosa solo a ti pues tus hombres no pueden verlo, no están autorizados, tenemos nuestras reglas, ven conmigo por favor!

Poco después, Lique y el gran líder, entraban en el edificio restringido donde moldeaban el mineral fabricando diversos materiales.

Lique asombrado veía a operarios rojos manejando la sofisticada tecnología presente allí dentro.

-Quien lo diría viendo el aspecto de esta gente, les creía más primitivos, pero esto es bueno para nosotros.-pensaba Lique para sí.

Tras varios pasillos con salas a ambos lados repletas de instrumentos extraños, llegaron a una más amplia con diversos paneles y un sillón en el centro, Lique lo tuvo claro.

¿Qué es esto?, ¿Qué significa…?

Lique intentó escapar pero fue violentamente empujado dentro de la sala la cual se cerró inmediatamente, estaba atrapado.

Pronto la sala se inundó de un intenso vapor blanquecino, el cual se fue disipando poco a poco.

Lique perdió el sentido, cuando despertó vio que estaba sentado y con las manos y piernas sujetadas en el sillón de la habitación que ya conocía, se sentía extraño, se fijó en sus manos, sus piernas, un escalofrío intenso le recorrió de arriba abajo, su cuerpo había cambiado, ya no era como antes, era…¡humano!

La puerta se abrió, el gran líder de los rojos tras observarle detenidamente preguntó:

-Bien, ¡humano!, ¿Cómo te encuentras?

¿Qué es esto?, ¿cómo es posible? ¿Qué me habéis hecho?

Nada, ¿no te alegras de volver a ser quien eres realmente y ya no tener dos caras?

¡No, por favor devolverme a mi estado anterior, ya no quiero ser humano!

-Eso ya no se puede hacer, no comprendo muy bien tu odio hacia esa raza siendo uno de ellos, incluso con tus propios hombres.

¿Mis hombres?

-Sí, tus hombres, engendros tipo simio igual a ti, fueron sometidos a transformación y se demostró que también mentían, eran tan humanos como tú, ¿te haces ahora una idea de lo que ha ocurrido con ellos?

¿Los habéis matado?, ¡malditos!

-No, nosotros no hemos matado a nadie, sin embargo… tu sí.

Lique pese a estar aún algo descolocado y mareado por la situación, estaba lo suficiente lúcido como para intuir la terrible verdad…

¡No dios no!

¡Si Lique, tú los has matado, tú has ejecutado a tus hombres, pudiste perdonarles, pero pusiste sin dudar ni un momento el pulgar hacia abajo condenándoles, vivirás con esa carga el resto de tus días, ahora gracias a nuestra tecnología sabemos quién eres realmente, eres humano y has perdido tu poder, desde ahora serás nuestro esclavo!

¡Nooooo!

-Os acogimos como a unos más entre nosotros y nos lo agradecéis intentando someternos a vuestros siniestros propósitos, ¡ya no eres nada!, ¡solo te queda obedecer y acatar nuestras órdenes sean las que sean, o morir en la zona roja, tú decides!


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