Desde fuera, todas las casas se ven iguales. Suspiro, pensando en las presas que aquí viven. Me seleccionaron por mi innata habilidad para encontrar a estas bestias inmundas... y eliminarlas. Las personas que me conducen, ni siquiera se imaginan los horrores con los que habitan, aún cuando son ellos mismos quienes las atraen: un papá absorto en el trabajo, una mamá angustiada por lo que sea que lea en su móvil, y unos hijos que no se atreven a contar sus terrores nocturnos. Ya desde aquí percibo la presencia de mis antagonistas; seguro ellos sienten la mía, pero no harán ningún movimiento hasta la noche, hasta que estén fortalecidos. No importa; ellos no me conocen, no saben lo que les espera. Mis habilidades y mi armamento son capaces de lidiar con los más terribles de ellos. Por supuesto, esta familia no debe verme armado para la batalla, pues ellos mismos entrarían en pánico. Mi semblante tranquilo les inspirará la paz que estas entidades les están robando. El niño pequeño no deja de mirarme. Él es diferente de las demás personas. Creo que no ve al mundo como los demás humanos; espero que eso no complique mi misión. ¡Vaya! Siento decenas, si no es que cientos de miradas sobre mí. Finjo no percibirlas y reconozco el lugar. En medio de la sala, proclamo "Yo, Vohorton Cazapesadillas, no defraudaré a mi raza y terminaré con estas amenazas fantasmales". Entonces, el jefe de familia le pregunta al hijo menor: -- ¿Cómo llamaremos a nuestro invitado? -- Burton -- es lo que le oigo decir y me sorprende doblemente: Es la primera palabra que le oigo, y el nombre con que me bautiza se parece a mi nombre original; casi podría decir que entiende lo que digo. Entonces, que así sea: Soy el gato Burton... y no estoy aquí por los ratones.