Microrrelato 'Término de contrato'
- Fernando Salazar
- 23 abr 2017
- 2 Min. de lectura

¿Señora Echenique? La mujer que miraba el fin del mundo desde el ventanal de su oficina en Guatemala, giró algo sorprendida por la visita. ¡Quién lo diría! ¡De todos los personajes con que me he topado no esperaba que tú vinieras, Miguel! El joven le tendió un vaso térmico con café, mientras veían cómo el sol casi terminaba con la vida en la Tierra. Bueno, nuestra tarea ya terminó oficialmente, dijo Miguel; ya no hay más seres humanos en este planeta. Tu jefe estará contento, Miguel, dijo la señora Echenique; obtuvieron más mercancía que mi empleador. Mi superior siempre quizo el 100% del mercado, señora; pero su jefe se llevó una cantidad importante. ¡Usted convenció a demasiada gente en toda su carrera! Nadie de su equipo lo había logrado hasta que llegó usted. Qué mal que los haya convencido. La señora Echenique bebió un poco más de café y miró al joven de apariencia judía ortodoxa. Es lo malo de los ángeles,Miguel, no lo saben todo. Al final de todo, te diré un secreto: Ambos hicimos el mismo trabajo. Ambos presentamos ambas opciones a los clientes, sólo que tú sesgabas tu presentación hacia tu lado, así como yo les presentaba mi punto de vista. Mi jefe, según el contrato que firmé con mi propia sangre, no se metería en mi mente, mientras entregara resultados. Pero siempre que yo fallaba, respiré tranquila: un alma se iría al Cielo. Miguel la miró sorprendido. ¿Cómo puede decir eso, señora? ¡Usted firmó un contrato con Luzbel! ¡Y usted se ha llevado muchas almas al Infierno! La señora Echenique, inmutable en su viejo traje sastre, le sonrió al Arcángel: Todas esas almas se hubieran condenado de todas maneras, pero eso ya lo sabía tu jefe. Lo que ambos trabajamos, y eso lo debió saber a final de cuentas también mi patrón, es por esas almas que no firmaron contrato con el Diablo. Miguel la miró extrañado, pero ya no dijo nada más. Tan sólo la acompañó hasta que el sol se tragó a la Tierra.
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