
La mañana del día que robé la máquina del tiempo, comenzó de forma afable. Conseguí que el trípode volviera a brillar con los destellos de sus buenos tiempos. Pero lo mejor fue que un hombre invisible como yo, iba a reencontrarse con su creador, justo en el momento en el que fui pensado. El terror abriría por última vez los ojos de Wells.