A veces nos topamos con cosas que desconocíamos que existían y que probablemente, y si no fuese por ciertas casualidades, ignoraríamos el resto de nuestras vidas. Este caso es el de una friki y de un descubrimiento que le cambió la vida, por supuesto historiado.
Anna, (nombre ficticio) riojana y actualmente con 28 años, empezó a soñar de niña, y a plasmar sus sueños sobre el papel a partir de su 14 cumpleaños , cuando una tía le regaló una libreta en cuya portada un empurpurinádo unicornio la invitaba a verter toda aquella fantasía preadolescente sobre las páginas del decorado álbum. Cuadernos y más cuadernos con su lomo en espiral empezaron a partir de aquel momento a albergar monstruos y castillos, elfos, naves espaciales y planetas lejanos. Anna soñaba con ver algún día publicados sus cuentos. Dibujaba sus portadas y con grapas armaba rudimentarios libros a los que añadía manualmente el nombre de famosas editoriales y otros detalles para que pareciesen libros de verdad. Pero nadie, a excepción de ella, llegó nunca a interesarse por sus historias.
La joven creció, tuvo novio y luego no lo tuvo. Empezó sus estudios de arquitectura que abandonó al segundo año. Viajó a Irlanda y en las brumosas campiñas verdes de la isla retomó sus historias fantásticas ahora con una más sólida formación académica y una vasta experiencia en la lectura de libros fantásticos. Anna no enseñaba tampoco estas historias a nadie, sino que las mandaba siempre a dormir enterradas en diversos cajones y sepultadas en recipientes pongotodo de traslúcido material plástico.
Luego se hizo friki por elección vital y regreso a España. Terminó su carrera y ganó un premio como saltadora de obstáculos. Un buen día, ya trabajando en una empresa como consultora, abrió un link por casualidad. En él descubrió una revista que la incitaba a algo muy tentador, pero a la vez muy riesgoso.
Era una publicación que la invitaba a rescatar todas estas dormidas historias y darles la luz que se merecían. Los locos editores buscaban precisamente eso, historias de escritores desconocidos, nunca publicados, historias escondidas e imaginación a raudales, por encima de nombres o tendencias. Encima los tíos se atrevían a publicar en papel, yendo en contra de la corriente dominante.
Y es así como Anna descubrió nuestra revista y nosotros la descubrimos a ella. Los mundos fantásticos creados por ella vieron la luz y fueron estampados con tinta en algunos de los números de esta revista fandom, hecha por fans para fans de la ciencia ficción, fantasía y terror.
Tuvieron que pasar muchos años y darse muchas casualidades para que por fin Anna cumpliera su sueño, y nosotros el nuestro, de poder dar voz y luz a tantos y tantos anónimos creadores. Nos consta que guarda las revistas en las que hemos publicado algunas de sus historias en los mismos cajones que reposaron las historias originales, pero con la satisfacción de que ahora también reposan en los cajones o archivos digitales de los miles y miles de lectores que han visitado sus etéreos mundos.
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